J. J. ZarranzNeurosciences and History 2016;4(1):13-20
Descripción
Tipo de artículo: ORIGINAL
AUTOR
J. J. Zarranz
Exjefe del Servicio de Neurología. Hospital Universitario de Cruces, Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, Baracaldo, España.
Catedrático Emérito del Departamento de Neurociencias. UPV-EHU, Baracaldo, España.
RESUMEN
Apoyado sólidamente en su habilidad clínica y en la correlación patológica, y contando con el inmenso número de pacientes asiladas en La Salpêtrière como objeto de estudio, Charcot contribuyó, como nadie, a establecer las bases de la neurología. Su relación con la histeria fue, sin embargo, ambigua. Charcot no mostró el más mínimo interés por la histeria hasta 1870, año en que, por una decisión administrativa, fueron transferidas a su servicio las pacientes con histeria y epilepsia de un edificio en ruinas. Con ellas vino Bourneville, que había sido su interno en 1868, y ahí comenzó una alianza, a priori imposible, entre dos personalidades discordantes que utilizaron a las pacientes con histeria para sus intereses personales. En esos años Bourneville dejó constancia de su interés por el diagnóstico y tratamiento de las pacientes con histeria, que para él eran el equivalente de las antiguas poseídas, como un argumento más a favor de su feroz lucha anticlerical en los hospitales. También las utilizó para incrementar la difusión de sus publicaciones, y para reforzar la fama de Charcot y el desarrollo de su cátedra. Charcot se atrevió, contra las normas establecidas entonces, a introducir la hipnosis para reproducir los síntomas de la histeria a voluntad en unas sesiones teatrales que se convirtieron en un espectáculo público, lo que contribuyó a su enorme popularidad a costa de errores de bulto que le acarrearon aceradas críticas.
PALABRAS CLAVE
Charcot, Bourneville, histeria, Salpêtrière
Neurosciences and History 2016;4(1):13-20