M. Marco Igual
Neurosciences and History 2021;9(2):55-68
Tipo de artículo: ORIGINAL
AUTOR
M. Marco Igual
Neurólogo. Hospital Parc Taulí, Sabadell, Barcelona, España
RESUMEN
Es conocido desde la Antigüedad que un proceso febril puede mejorar el curso de una enfermedad mental. Basándose en esta evidencia, Julius Wagner von Jauregg en 1917 inoculó con éxito el paludismo a pacientes con parálisis general progresiva, procedimiento que pronto se extendió al tratamiento del resto de formas de neurosífilis y de otras enfermedades mentales. Dada la complejidad y los efectos indeseables del método, se buscaron otras terapias que comportaran menos riesgos. Una de las más simples y eficaces fue la sulfosina, una solución de azufre en aceite de oliva introducida por Knud Schroeder en 1924. Este fármaco se difundió por varios países, incluyendo España, a finales de los años veinte y durante los años treinta indicado para el tratamiento de la neurosífilis y, en mayor medida, de la esquizofrenia y otros trastornos mentales, hasta que fue sustituido por otros métodos más eficaces, como las terapias de choque y, en el caso de la neurosífilis, por la penicilina. Sin embargo, en la Unión Soviética se continuó utilizando terapéuticamente y también con fines represivos a causa del dolor que provocaba su inyección intramuscular y se convirtió en un símbolo de la psiquiatría punitiva. Aunque de manera esporádica, se ha continuado empleando en la Rusia actual y otras repúblicas postsoviéticas.
PALABRAS CLAVE
Sulfosina, Knud Schroeder, piretoterapia, neurosífilis, esquizofrenia, psiquiatría punitiva soviética
Neurosciences and History 2021;9(2):55-68